lunes, 23 de septiembre de 2013

Periodismo sin criterio de análisis

Foto Agencia EFE
Relacionado con el gran paro agrario ocurrido en Colombia en agosto y septiembre de 2013, el siguiente artículo deja en evidencia, una vez más, la ausencia general de análisis del periodismo frente a un fenómeno de tan grandes proporciones y de tan sensibles implicaciones sociales, económicas y políticas. Su autor, Javier Darío Restrepo, una de las plumas y de las voces más respetadas del periodismo, es experto en ética periodística, catedrático de la Universidad de Los Andes y conferencista en temas de comunicación social. Ha sido columnista en El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y El Heraldo.

Por la carretera que une a Florencia con su aeropuerto aparecieron a lado y lado los grupos de campesinos y su campamento de protesta. Viéndolos pensé que han adquirido el perfil de un poder que les sienta como un vestido que nunca se les había ocurrido usar.

Durante su prolongado paro han puesto al descubierto las fallas y debilidades del gobierno Santos; han dejado ver los errores y flaquezas de la sociedad colombiana y a los periodistas nos han preocupado porque, otra vez, han quedado al desnudo nuestros errores profesionales.

Las informaciones diarias insistieron hasta el cansancio en el espectáculo de las carreteras bloqueadas, de los campesinos que gritaban, de las llantas y vehículos incendiados y de policías y campesinos que tiraban piedras. Esa fue la información del qué del paro. Pero fue una dimensión silenciada, la del porqué del paro. La piedra o los bloqueos fueron más importantes que las razones que habían llevado a este grupo humano a sacudirse la resignación, el silencio y el ‘ningunamiento’.

También debía informarse el porqué del Gobierno, sobre todo porque eran contradictorias esta actitud desdeñosa frente a los campesinos: “el paro no existe” y la pose heroica con que el presidente había anunciado su proyecto de restitución de tierras. Necesitaba una explicación aquel anuncio sobre la defensa y apoyo a los campesinos que ahora iba en contravía de las maniobras y sutilezas para que industriales poderosos como los de Riopaila se quedaran con los baldíos de Orinoquia que debían ser para los campesinos. No hubo espacio para explicar esa contradicción pero sí lo hubo para los abogados sofisticados que le dieron apariencia jurídica a un proceso de trampas.

Fue, pues, una falla por omisión de información. También la hubo por acción. Los campesinos tuvieron dos amenazas en el curso de su paro: las acciones de fuerza de la policía y la presencia de los vándalos. A estos infiltrados podrían agregarse los políticos que pretendieron hacer suyo el movimiento campesino. No fue ingenuidad sino incapacidad profesional la que llevó a la prensa a dar por hecho que los campesinos no eran campesinos sino instrumentos de las Farc, o adherentes de la Marcha Patriótica, y tal fue la imagen que ofrecieron al país y que aprovechó el gobierno para deslegitimarlos.

Había sido la ocasión para mostrar la fuerza de la solidaridad campesina en las ollas comunales con que resolvieron y resistieron el prolongado paro. ¿Alguien investigó y destacó el papel de la mujer campesina en el hogar y en los cultivos familiares, mientras los hombres de la casa defendían su dignidad y sus derechos?

Fue un paro contado de modo amañado, acusó un columnista. Se destacó en esta oportunidad esa vieja falla, la del oficialismo instintivo de medios y periodistas que no parecen haber descubierto que las fuentes menos fiables y a las que debe aplicarse todo el rigor de la comprobación, son las oficiales, puesto que el poder, por serlo, está muy cercano a la mentira usada como mecanismo de defensa.

Estas fallas hicieron más notorio el papel cumplido por las redes sociales en donde no imperan ni la dictadura de los ratings, ni las adhesiones interesadas. Con una libertad mayor que la de los medios comerciales, tuiteros y blogueros convocaron, por ejemplo, a los cacerolazos que llenaron las plazas principales en Bogotá, Tunja y otras capitales.

Desde internet pareció escucharse con mayor nitidez que en los medios, el pedido de los campesinos: “hablen por nosotros, que los sentimientos de la comunidad campesina lleguen a la gente a través de ustedes”.

Quizá fue esta la gran falla: no haber escuchado y conocido más a los campesinos. Se perdió la oportunidad de hacer un periodismo a lo grande porque la prensa estuvo demasiado ocupada en recoger los boletines oficiales y en escuchar la voz de los amos.
Por Javier Darío Restrepo
Publicado en El Heraldo, de Barranquilla

martes, 20 de agosto de 2013

El periodismo y las huellas de los Kirchner

Jorge Lanata y su característico gesto de desaprobación contra hechos, situaciones y protagonistas de la vida política argentina, que aborda con lupa y sin temores, no obstante la respuesta sistemática del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para acallar o soslayar sus verdades y su osadía investigadora.
Para quienes apenas puedan estar llegando a la sintonía de los acontecimientos en Argentina, muy grosso modo habrá que decir que Jorge Lanata es, hoy por hoy, desde el periodismo investigativo, la cabeza visible del clamor de la sociedad civil contra el imperio de la corrupción en el Estado y el gobierno de su país en la era de los Kirchner.

"Asesino mediático" es el calificativo de la Casa Rosada, la sede del poder ejecutivo, para el también escritor y documentalista, nacido en Mar del Plata (1960), y cuyo programa de televisión Periodismo para todos, que conduce con rigor investigativo, pero también con una dosis de sarcasmo, crítica y humor, alcanza altos índices de sintonía en el país. En su inclaudicable empeño por desenmascarar al poder, Lanata ha logrado destapar prácticas como el enriquecimiento ilícito a manos llenas por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de su fallecido esposo y predecesor, Néstor Kirchner.

Con paciencia, prolijidad, desvelo y con la temeridad de un kamikaze, Lanata ha sacado a la luz pública los métodos y los escondrijos adonde Los K, como mejor se conoce a la familia presidencial, atesoran su incalculable fortuna, amasada en el ejercicio de gobierno, mediante la sofisticada construcción de caletas para almacenar miles de millones de dólares en rama, acción que involucra a una compleja red de testaferros.

En verdad, no un capítulo más, sino un nuevo, revelador y escandaloso episodio que da cuenta de los alcances del plan urdido por la familia Kirchner, gracias al cual la todopoderosa primera dama argentina está clasificada por publicaciones como Forbes como una de las mujeres más ricas del planeta, acaba de aparecer en el importante diario La Nación, con el título "Jorge Lanata mostró las islas Seychelles, el paraíso fiscal vinculado a la ruta del dinero K", precedido de "El caso Lázaro Báez", uno de los cerebros de la organización. Su contenido es el siguiente:

Periodismo Para Todos mostró presuntas conexiones del caso que involucra a Lázaro Báez con un paraíso fiscal, donde estuvo Cristina en enero pasado.
Las islas Seychelles, donde la Presidenta hizo escala durante dos días en enero pasado. Foto: Archivo 
Una nueva investigación de Periodismo Para Todos reflotó las denuncias sobre la ruta de lavado de dinero que involucran al empresario kirchnerista Lázaro Baéz y mostró presuntas conexiones del caso con otra firma que funciona en las islas Seychelles, y adonde en el marco de una gira por Asia la presidenta Cristina Kirchner hizo escala durante dos días.

Seychelles, un conjunto de islas en el océano Índico al noroeste de África, fue uno de los lugares que mencionó el financista Federico Elaskar, al dar cuenta de la ruta de lavado de dinero K. Según denunció Lanata allí funcionaría la firma Aldyne, una sociedad que está siendo investigada por la justicia argentina tras mantener presuntos nexos con la financiera SGI, conocida como "La Rosadita", ahora en manos del fondo suizo Helvetic Services Group (HSG).

Aldyne es una sociedad que conforma 148 empresas creadas en Nevada, Estados Unidos, y que según evidenció el informe de PPT estarían siendo controladas por Helvetic, la firma que compró la financiera de Elaskar en Puerto Madero, ahora investigada en la causa por presunto lavado de dinero.

Según el Boletín Oficial la presidenta Cristina Kirchner habría viajado a Victoria, en las islas Seychelles, el 21 y 22 de enero pasado, en el marco de la gira oficial a Asia. En esa oportunidad la acompañaron su secretario Pablo Barreiro, el médico Luis Buonomo y dos funcionarias de la Secretaría General, Analía Olivera y Mónica Llamedo.


En mayo pasado, el diputado nacional Gerardo Milman, en medio de la sesión parlamentaria que debatía el proyecto de blanqueo de capitales, denunció que los archipiélagos situados en el océano Índico son un conocido paraíso fiscal. En sintonía con ello, tras ser consultado por el programa periodístico, el legislador denunció a su vez que una resolución eliminó a las islas Seychelles de la lista de paraísos fiscales.

Anoche (agosto 18 de 2013), durante la emisión del programa, la Casa Rosada calificó de falsa la información y emitió un comunicado oficial fustigando las acusaciones del ciclo televisivo.

En tanto, un segundo informe evidenció que el ex presidente fallecido Néstor Kirchner habría creado una empresa en Irlanda, con vínculos a una firma en Panamá, en la que figuraba como director.

Las islas Seychelles, en el mapa

sábado, 8 de junio de 2013

Teoría de la aguja hipodérmica en los medios

 
agujahipodermicapuj.blogspot.com -

 
El primer conjunto de creencia sobre la naturaleza y el poder de las comunicaciones de masas no fue formulado de hecho en su momento por ningún estudioso de las comunicaciones. Pero en visión retrospectiva se conoce como la teoría de la bala mágica. Posteriormente ha recibido otros nombres más pintorescos como teoría hipodérmica o teoría de la reacción en cadena. La idea básica que subyace tras esos nombres es que los mensajes de los medios son recibidos de manera uniforme por todo el público y que las reacciones inmediatas y directas son disparadas por estos estímulos.

De Fleur, Melvin (1986)


Cada miembro del público de masas es personal y directamente atacada por el mensaje” (Wright, 1975). Con esta frase se sintetiza y se define adecuadamente lo que la teoría de la aguja hipodérmica sostiene.

Históricamente, la teoría de la aguja hipodérmica (o teoría de la bala mágica) coincide con el peligro de las dos guerras mundiales y con la difusión a gran escala de las comunicaciones de masas. Se comenzó a definir cuando la mirada se concentró en los efectos que tuvo la propaganda durante los conflictos.

La Primera Guerra Mundial supuso un gran despliegue de armas y de dinero, lo cual significó una mayor pérdida social. En ese momento, Gran Bretaña y Estados Unidos no habían sufrido las consecuencias de una catástrofe como esa y no estaban preparados para superar tal daño. La guerra se dio muy cerca de la población civil, por lo que se hizo necesario darle una importancia a la guerra que en realidad no tenía. Para ello se utilizó la propaganda en una sociedad en la que los vínculos eran cada vez más difíciles, para convencer a la gente de que diese su vida en un conflicto mundial que, finalmente, sólo sería beneficioso para unos pocos. Finalizada la primera guerra, en Alemania, EEUU y Gran Bretaña se comenzó a reflexionar sobre este bombardeo propagandístico tan grande como medio para manipular a la gente por parte de los gobiernos y los medios de comunicación…así se comienza a formular la teoría.

Los elementos que más caracterizaron el contexto de la teoría son la novedad del fenómeno de las comunicaciones de masas y la conexión de dicho fenómeno con las trágicas experiencias totalitarias de aquel período histórico. Se trató de una aproximación global al tema de los medios, indiferente a la diversidad entre los distintos medios, y responde particularmente a la pregunta “¿Qué efecto producen los medios en una sociedad de masas?”

La teoría plantea que la manipulación es posible ya que frente al enorme y creciente poder de los medios, no hay ningún elemento de resistencia; el mensaje se dirigirá por los medios de comunicación de masas, a partir de ahí, es posible crear un estímulo, un mensaje tan fuerte que se “inyecte dentro de la piel de cada miembro de la sociedad” (de ahí el nombre “aguja hipodérmica”). Entre emisor y receptor, entre estímulo y respuesta no hay ninguna intermediación que impida conseguir los objetivos, hay una relación directa de causa-efecto, algo mecánico.

Sin embargo, es imposible hablar de la teoría hipodérmica sin mencionar los diversos conceptos de la sociedad de masas que se sostenían en aquel momento y sin concentrarse en la propaganda, más que en los medios en sí.

La sociedad de masas

-El pensamiento político del siglo XIX, de carácter conservador, señala en la sociedad de masas el resultado de una progresiva industrialización, de la revolución en los transportes, comercios y en la difusión de valores de igualdad y libertad. Estos procesos provocan la pérdida de exclusividad por parte de las élites que se encuentran expuestas a las masas. Se pierde un vínculo con las tradiciones, lo cual contribuye a debilitar la conexión que une a los individuos como sociedad, provocando aislamiento y alienación.

-Ortega y Gasset introduce en 1930 el concepto de hombre-masa, el cual es descripto como el resultado de la desintegración de la élite y como la antítesis de la figura del humanista culto. La masa es el juicio de los incompetentes, es la representación de una especie que basa su valor en el saber técnico y científico, “es todo lo que no se valora a sí mismo- ni en bien ni en mal- mediante razones especiales, pero que se siente “como todo el mundo” y sin embargo, no se angustia, es más, se siente a sus anchas al reconocerse idéntico a los demás” (Ortega y Gasset, 1930). La masa arrasa todo lo que es diferente, singular, individual, cualificado y seleccionado; revelan un absurdo estado de ánimo, sólo están preocupadas por su bienestar y, al mismo tiempo, no se sienten solidarias con las causas de este bienestar, mostrando una absoluta ingratitud hacia lo que les facilita la existencia.

-Georg Simmel estudió la dinámica entre individuos y masas así como su nivel de homogeneidad. Observa que la masa es una formación nueva que no se basa en la personalidad de sus miembros, sino sólo en aquellas partes que unifican a cada uno con todos los demás. Las acciones de la masa apuntan directamente a su mente e intentan llegara a ella por la vía más breve: esto hace que lo que las domine sea siempre una única idea, la más sencilla posible. Sin embargo, cada idea simple debe ser también la más radical exclusiva.

-Según Herbert Blumer, la sociedad de masas es vista como el comienzo de un orden social más compartido, o bien, como una estructura social originada por el desarrollo de la sociedad capitalista. Se compone de personas que no se conocen, separadas unas de otras, con escasas o ninguna capacidad de interactuar. Carecen de tradiciones, reglas de comportamiento, liderazgo y estructura organizativa.

-Eliot Friedson sostuvo que los individuos- en tanto componentes de la masa- están expuestos a mensajes, contenidos, acontecimientos que van más allá de su experiencia y de valor que no coincide con las reglas del grupo del que el individuo forma parte. En este sentido, la pertenencia a la masa dirige la atención de los miembros lejos de sus esferas culturales y vitales, hacia áreas no estructuradas por modelos o expectativas. Las masas son un grupo que surge y vive más allá y contra los vínculos comunitarios preexistentes, que resulta de la desintegración de las culturas locales y en la que los papeles comunicativos son forzosamente impersonales y anónimos. La debilidad de una audiencia indefensa y pasiva deriva precisamente de esta disolución y fragmentación.

-Finalmente, Charles Wright Mills concluyó que cada individuo es un átomo aislado que reacciona por separado a las sugerencias de los medios de comunicación de masas monopolizados. Si los mensajes de la propaganda consiguen llegar a los individuos de masa, la persuasión puede ser fácilmente “inoculada”, es decir, si se da en el “blanco”, la propaganda obtiene el éxito preestablecido.

Características particulares de la teoría de la aguja hipodérmica

En la sociedad de masas el individuo se queda impotente para elaborar de forma específica los mensajes que llegan de los medios masivos de comunicación, por eso es posible hablar del modelo conductista de Estímulo-Respuesta. Los medios de comunicación son los emisores de un mensaje que se hace llegar a los individuos de una sociedad, los mensajes pasan por debajo de la piel sin ningún problema: el mensaje como estímulo que provoca una reacción. Como emisores del mensaje, los medios de comunicación o los gobiernos desean provocar ciertas reacciones.

La masa está constituida por individuos juntos que están separados y que no tienen capacidad de captar los mensajes que proceden del emisor de forma invisible. El conductismo habla de reacciones iguales de individuos ante estímulos determinados.

http://comuni-comuni.blogspot.com/2012/02/teoria-de-la-aguja-hipodermica.html
Las implicaciones de este modelo son:

-El aislamiento, la individualidad, la falta de interacción, la pasividad.

-La unidireccionalidad

-La asimetría de los roles: La acción es del emisor que envía el mensaje, produciendo así un estímulo; la pasividad está en el receptor porque sólo lo recibe y reacciona de manera uniforme.

-La comunicación como proceso intencional, que busca un efecto concreto y que es medible porque da lugar a una conducta visible, relacionada con el objeto del emisor.

En síntesis, la iniciativa está exclusivamente en el emisor y los efectos sólo en el receptor. La perspectiva está concentrada sólo en el análisis del mensaje, ya que entre la emisión y la recepción hay una linealidad de la que no se puede escapar.

Los emisores tienen un efecto omnipotente, ante absolutamente todo estímulo, se espera una respuesta que será siempre igual, siempre la misma y siempre de igual medida, en otras palabras, una respuesta homogénea.
 
Bibliografía
-Enciclopedia Wikipedia
-Wolf, M., “La investigación de la comunicación de masas”. Ediciones Paidos, Buenos Aires.
-Ortega y Gasset, J. “La rebelión de las masas”. Il Mulino, Bolonia, 1962.
-Wright, C. R. “Mass Comunications: A Sociological Approach”. 2da edición, Random House , Nueva York.
-comunicacion.idoneos.com
 
Por Pablo Andrés Barone

martes, 16 de abril de 2013

El fin del lumpen chavista...

El chavismo ha seguido la pauta cubana, pero con una gran diferencia: la retórica de la revolución bolivariana es ridícula, cursi y vacía.
Seguidores de Maduro en las calles de Caracas. RONALDO SCHEMIDT (AFP)
La victoria moral, si no real, de la oposición en las elecciones presidenciales venezolanas ha frenado de momento el proyecto chavista para el país, es decir, el empobrecimiento progresivo, espiritual y material, de todos sus ciudadanos y la institucionalización de la mentira, convirtiendo al lumpen urbano en sujeto de la revolución.

El chavismo ha seguido la pauta cubana, pero con dos grandes diferencias: la retórica de la revolución bolivariana es ridícula, cursi y vacía, además de inmisericorde e importada, pero sobre todo impostada porque carece de toda epopeya. Ni tan siquiera ha sido capaz de generar un arte o un estilo propio como la Revolución Mexicana o cubana. Segundo y más importante, Hugo Chávez ha contribuido a la historia del autoritarismo político con una aportación original: cómo destruir la democracia mediante la celebración de elecciones fraudulentas constantes, nada más y nada menos que 17 en 14 años.
Una derrota, como probablemente ocurrió el domingo, y se caía el castillo de naipes, lo que previsiblemente sucederá en los próximos meses. El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, no parece tener ni la capacidad intelectual ni política para sacar del desconcierto a sus partidarios ni por supuesto manejar el entramado de intereses inconfesables de la nomenclatura del régimen. En estos primeros días de crisis, su combinación de amenazas y promesas de rectificación solo ha servido para consolidar la imagen de un hombre perdido en su laberinto.
El acomodado progresismo europeo tiende a sacarse de encima el problema venezolano con la simpleza de que Chávez ganaba eleccionesporque representaba al partido de los pobres. No solo esto ha dejado de ser verdad como demuestran los datos de las elecciones del domingo, sino que el régimen ha creado su propia casta de millonarios y convertido en antichavistas a todos aquellos que no quieren ser arrastrados a la pobreza, lo que es muy diferente. La política asistencialista del Gobierno, ejecutada con discreción política, no ha sacado a nadie realmente de pobre, pero ha ampliado el número de aquellos que se mueven con un pie fuera y otro dentro de la legalidad. Sus grandes beneficiarios han sido los malandros, a quienes ni se reprime ni castiga, porque en el fondo, piensa el Gobierno, son enemigos de la burguesía.
La “burguesía”, es decir, la gente corriente que se levanta temprano para ir a trabajar, sobrevive salvando los obstáculos que el chavismo ha ido sembrando en la vida cotidiana de los venezolanos. La ley de trabajo que obliga al empresario a indemnizar a un despedido con un año de salario ha servido para restringir la contratación de personal y para que el empleado no dé golpe. La ley de alquileres beneficia hasta tal punto al inquilino que ha reducido al mínimo el arriendo de viviendas. La política de relocalización de vecinos o de los indigentes abandonados a sus suerte desde las inundaciones de hace dos años en Caracas en barrios ricos para alterar el censo electoral de algunas zonas ha llevado al abandono de casas o incluso al envejecimiento artificial de las viviendas para que no sean una tentación para los delincuentes. Por no hablar de la escasez de alimentos y medicinas, los apagones, la inflación más alta de América Latina o las pandillas de chavistas motorizados que recorren las calles amedrentando al público disparando al aire (no siempre) o dando palizas.
Esta vez los que no quieren ser pobres, los que desean vivir en un país normal y no en un experimento supuestamente revolucionario, los que están convencidos de que el patriotismo es el último refugio de los canallas, han dicho ¡basta!

viernes, 5 de abril de 2013

Venezuela: la cultura bajo acoso

 
Milagros Socorro
Acaba de aparecer un libro fundamental. Se trata de “La cultura bajo acoso”, de María Elena Ramos (Artesano Editores, 2012), un tratado pormenorizado acerca de los procedimientos autoritarios del “régimen chavista” y la manera como ha impactado la cultura venezolana, no solo en el ámbito institucional sino también en el de las mentalidades.
Debido a que María Elena Ramos es crítica de arte y se desempeñó por tres décadas como directiva de museos nacionales, su mirada se emplaza en la crítica cultural, perspectiva desde la cual contempla todos los aspectos del país con excepcional penetración y discernimiento. “La cultura bajo acoso” es, desde el momento de su aparición, un texto indispensable para comprender qué ha pasado en Venezuela desde la llegada al poder de Chávez, quien, por cierto, es mencionado muy pocas veces, de manera que el desastre que el libro documenta no es atribuido a una sola persona cuya desaparición conllevará la suspensión de las responsabilidades, sino que estas están repartidas en un amplio entramado de complicidades y esparcidas por toda la sociedad.
El libro compendía textos escritos a lo largo de la etapa inventariada: desde finales de los años 90 hasta mediados del 2012, todos los cuales apuntan a consignar la creciente pérdida de autonomía de las instituciones culturales como correlato de la supresión de libertades en el país, con la connivencia de muchos sectores e individuos.
Ramos explica para qué sirven los museos y por qué son tan fundamentales en la vida contemporánea; entrega una cronología de la gestión del régimen en materia cultural, que ilustra su programa de destrucción; y dedica su gran talento, pasión y conocimientos a explicar cuál es la función de un curador. Pero su hazaña ha consistido en impregnar estos asuntos de una honda visión política y social, de manera que cuando habla de los salones de un museo está refiriéndose a los cimientos de un país; y cuando alude a colecciones, nos habla de valores nacionales y del patrimonio físico y mental que nos define como pueblo.
Hay una idea que cruza este libro, desde ya imprescindible para quien quiera pensar a Venezuela: Ramos advierte que “sin abandonar el campo personal de estudio”, todos estamos comprometidos a ver “los reales riesgos y peligros de este ahora social: el miedo, la insensible pero progresiva pérdida de autonomía profesional y de conciencia, la resignación, la aceptación de lo no aceptable o, peor aún, la tolerancia de lo intolerable, la censura y la autocensura, el autoacallamiento”. Ella no duda que vivimos “lo que la historia universal registra como constante en momentos autoritarios”.
La escritora, con prosa soberbia, da ejemplo de “necesidad de dejar testimonio”, y denuncia “el régimen de Hugo Chávez” como un “periodo de agresión a valores y desmontaje de instituciones que ya resulta demasiado largo”.
–Como comunicadores y trabajadores intelectuales –nos conmina Ramos- tenemos la obligación, profesional y ética, primero de darnos cuenta, lo que es exigido por nuestra inteligencia; y, segundo, de dar cuenta, lo que exige nuestra responsabilidad en la comunicación social. Y nos preguntaremos: ¿cuándo la palabra «verdad» se enuncia precisamente para encubrir una farsa?, ¿cuándo la palabra «libertad» es un camelo mientras su ejercicio real se va reduciendo?, ¿cuándo la palabra «transparencia», dicha por ciertos hablantes, anuncia más bien ocultamiento?, ¿cuándo las palabras «educación, alfabetización» deben leerse más bien como adoctrinamiento, ideologización?, ¿cuándo la palabra «inclusión» lo que realmente incorpora es una profunda exclusión? Pero para decir y dar cuenta hace falta sacudirse la pereza intelectual, que desemboca en pereza moral. […] Para ver la diferencia entre el sueño y la dramática realidad en proceso hace falta la vigilia: la del país, la de sus intelectuales, la de sus comunicadores. Una vigilia conceptual y ética que sepa nutrirse en las enseñanzas de la historia.
Sin mencionarlo en ningún momento, María Elena Ramos ha hecho una descarnada anatomía de la neutralidad como sinónimo de ceguera (no darse cuenta), mudez (no dar cuenta), oportunismo (cálculo y a ver qué saco de esto) y, en suma, lo contrario de lo que implica la cultura: libertad, heterogeneidad, espontaneidad. Belleza.
Estamos ante un libro esclarecedor, destinado a convertirse en clásico.