martes, 18 de mayo de 2010

Carlos Villar Borda (1926-2010)

El maestro Carlos Villar Borda durante sus últimos meses. Foto tomada de El Tiempo.

A los 84 años se apagó en Bogotá la vida de uno de los más eminentes periodistas colombianos y de habla hispana: Carlos Villar Borda. No obstante haber sido encendido crítico del indiscriminado empleo de los adjetivos, por considerar que atentaban contra el rigor informativo, el maestro se lleva consigo todo un arsenal de ellos: objetivo, minucioso, investigador, riguroso, aplicado, responsable, versado, profundo, ecuánime, preciso, infatigable, porfiado en la búsqueda de la verdad, respetuoso, desvelado por la ética, sensible al manejo del idioma, estricto en el deber ser y hacer, y otros muchos que resumen su filosofía y su obra.

Su auditoría a los artículos de sus más cercanos colaboradores, como acontenció en el diario El Tiempo de Bogotá durante los años '70, puso en jaque a muchas de las plumas más leídas del periódico, inclusive al precio de que, para merecer la luz pública, muchas notas, noticias y crónicas debieron haber sido reescritas varias veces, cuando no condenadas a la papelera.

Durante su gestión como Coordinador de Redacción del rotativo, que por aquellos años tenía su sede en la Avenida Jiménez con Carrera 7a., estableció un boletín diario que circulaba dentro del periódico y en el cual no sólo formulaba principios de ética, redacción y responsabilidad, sino que incluía aquellos errores de enfoque, estilo, tratamiento de las noticias y modos del lenguaje que menoscaban la filososofía periodística.

Las pautas establecidas a lo largo de su gestión permitieron a El Tiempo ofrecer una calidad periodística impecable desde todo punto de vista: presentación, contenido, dinámica, etc., que las nuevas generaciones de la Casa Editorial no alcanzaron a heredar.

Compañeros y discípulos de entonces recuerdan la figura señorial del maestro, su emblemática gabardina inglesa, su chaleco y corbatín, su infaltables pipa y paraguas, sus modos austeros en el trato, la agudeza en el humor y su manera de asentir frente a un trabajo de redacción. Bastaba un movimiento suyo de cabeza aprobando un texto para que el respectivo reportero lo entendiera como todo un triunfo, como una lección aprendida.

Cuando se produjo su vinculación con El Tiempo, en 1974, Roberto García-Peña desempeñaba la dirección del diario. Los hermanos Enrique y Hernando Santos Castillo eran los jefes de redacción. Entre otros, a la planta de periodistas pertenecían Ismael Enrique Arenas (judiciales), Tomás Gama (internacionales), Isaías González, Héctor González, Héctor Sánchez Parra, Gonzalo Castellanos, Germán Castro Caycedo, Alegre Levy, Sylvia Jaramillo de Quiñónez, Julia Brociner de Milewicz, Gloria Valencia Diago, Rosita Mora, Daniel Samper Pizano, Pilar Tafur, Nora Parra, Julio Roberto Bermúdez, Martha Valenzuela, Darío Restrepo, Killian Guarín, Gabriel Gutiérrez, Andrés Alzate, Kilian Guarín, Octavio Quintero, Javier Ayala, Henry Maldonado, Alejandro Moya, Enrique Santos Calderón, Santiago Pardo, Lucas Caballero Calderón (Klim), Abel Rodríguez, Gloria Helena Rey, María Eugenia Martínez, María Luisa Chávez, Claudia Turbay de Granja, Rogelio Echavarría, Germán Salgado, Rodrigo Sangiral, Eliécer Ortega, El Mono López, Guillermo Pérez Téllez, Félix Marín Mejía, René Pérez, Guarino Caicedo Cáceres, Óscar Tafur, Rodrigo Palacios Mejìa, Lucrecia Jaramillo, Humberto Jaimes Cañarete (Jefe de Deportes) y su staff de colaboradores, Rafael Matallana Rivera, Camilo Tovar Ramos, Jaime Ortiz Alvear, Hernán Peláez Restrepo, Guillermo Fulleda Cárdenas y Víctor Rosas Aguilar.

Mensaje del CPB

"El Círculo de Periodistas de Bogotá lamenta el fallecimiento del ilustre periodista Carlos Villar Borda, acaecida en la capital colombiana, a sus 84 años, tras prolongada enfermedad pulmonar.

Villar, uno de los testigos más versátiles de la historia latina de los últimos 60 años desde la prensa, fue pionero del periodismo colombiano en el concierto internacional, corresponsal en la Casa Blanca, corresponsal itinerante en más de 30 países, director en la United Press International (UPI), de 6 juegos olímpicos y otras tantas competencias panamericanas y campeonatos mundiales de fútbol.

Cubrió la mayor parte de los golpes de Estado que caracterizaron la inestabilidad política de América Latina entre los años 50 y 80; también, la invasión norteamericana a Cuba y la incursión de esa misma potencia en República Dominicana, y numerosas conferencias de la Organización de Estados Americanos, OEA.

Transmitió igualmente la masacre estudiantil del 68 y la muerte del Che Guevara, entre muchos otros acontecimientos, suceso este último sobre el cual escribió 2 de 5 libros. Dos son sobre el General Rojas Pinilla e Ismael Pérez Pazmiño y, el último, "La pasión del periodismo", una escuela de vida sobre la profesión, de invaluable contribución para historiadores y nuevas generaciones, bajo el auspicio, como merecidísimo reconocimiento a su vida y obra, de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

Fue Coordinador de Información de El Tiempo (cargo hasta entonces solo reservado para los Santos, los propietarios) y director de sus Lecturas Dominicales; modernizó El Universo, el primer diario de Ecuador, fundó la facultad de Periodismo de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil, auspició la creación de escuelas de periodismo en El Universo y El Tiempo, e hizo varios manuales de estilo para diversos medios.

Miembro de una familia bogotana de intelectuales, de sus seis hermanos sobreviven María Luisa, Beatriz, Alberto y Leopoldo. De su primer matrimonio, con Olga Riviere deja 4 hijos: Carlos, Ximena, Corina y Marcela, y del segundo, con Jeannette Stein, un hijo: Felipe.

En menos de dos años partieron tres hermanos: Luis, Julia y Carlos Julio Villar Borda.La vida y obra de Carlos Villar Borda lega un patrimonio de rectitud, independencia, eficiencia y objetividad ejemplares, para los aspirantes a seguir una profesión con ética, entrega sin horario por la verdad y el bien común.

El CPB expresa a su muy querida familia, allegados y amigos su profundo sentimiento de condolencia, los acompaña y abriga con su solidaridad absoluta, y rinde homenaje a la memoria del eminente e ilustre colega exaltando su nombre como ejemplo excepcional del periodismo colombiano".

Versión de El Tiempo

A los 84 años murió ayer en Bogotá el periodista Carlos J. Villar Borda, quien por más de 50 años se destacó como uno de los más reconocidos profesionales colombianos en América Latina.
Miembro de una familia de periodistas e intelectuales, Villar Borda estuvo vinculado a los principales medios de comunicación de Colombia, América Latina y Estados Unidos. Comenzó muy joven su profesión, de la mano de su padre, quien durante muchos años fue director de la oficina en Bogotá de la Associated Press (AP).

Se vinculó en los años cincuenta a la United Press International (UPI), que curiosamente era la principal competencia de la agencia noticiosa, que dirigía su padre. Allí hizo una brillante carrera de más de dos décadas. Primero fue corresponsal en Colombia y en los años 60 fue trasladado a Washington, donde ejerció la corresponsalía en la Casa Blanca para los asuntos latinoamericanos.

Su amplio conocimiento del continente fue aprovechado por la UPI para cubrir importantes acontecimientos regionales, como la guerra civil en República Dominicana y la intervención estadounidense en ese país en 1965; los cinco ascensos y cuatro derrocamientos del presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra; el golpe de Estado de 1953 en Colombia y los accesos de los militares al poder en Suramérica entre los años 50 y 70.

Cubrió para América Latina muchas de las más agitadas asambleas de la Organización de los Estados Americanos (OEA), entre ellas aquella histórica en la que se decidió la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Coordinó el cubrimiento para todo el mundo de la visita del papa Paulo VI a Colombia en 1968, y cubrió en 1967, en Bolivia, la muerte del guerrillero Ernesto 'Che' Guevara, de quien escribió dos libros biográficos.

Prácticamente sin haber ido nunca a un estadio, coordinó para el Departamento Latinoamericano de la UPI el cubrimiento de seis Olimpiadas, seis Juegos Panamericanos y cinco Campeonatos Mundiales de Fútbol. Eran famosos sus memorandos en que explicaba a los corresponsales cómo debían escribir una crónica de béisbol.

A su retiro en 1974 como Vicepresidente de la UPI para América Latina, fue nombrado Coordinador de Redacción de EL TIEMPO, cargo equivalente a una jefatura de Redacción que sólo habían ejercido los hermanos Enrique y Hernando Santos.

Fue implacable crítico de la mediocridad y firme defensor de la ética y de la independencia. Una vez retirado del diario bogotano, en 1978 asumió la asesoría editorial y de Producción del diario El Universo, de Guayaquil, donde desarrolló una profunda transformación.

Tras volver a Colombia, en la década de los 90, fundó y dirigió la Escuela de Periodismo de EL TIEMPO, donde se prepararon muchos periodistas del diario, varios de los cuales ocupan hoy destacadas posiciones en la redacción de este periódico.

También dirigió el equipo que escribió el Manual de Redacción de EL TIEMPO, que sigue siendo la cartilla de navegación de los periodistas de este diario.

Hasta los últimos días estuvo pendiente de los desarrollos de la actividad periodística. Escribía con regularidad para el periódico de oposición Un Pasquín y era un severo crítico de la falta de independencia y objetividad.

Le sobreviven su esposa Jeannette Stein, sus hijos Carlos, Ximena, Corina y Felipe, y sus hermanos Leopoldo, Beatriz y Alberto.

domingo, 16 de mayo de 2010

Periodista que enfrentó al DAS gana premios

Dos galardones internacionales que recibió la periodista Claudia Duque volvieron a llamar la atención sobre su caso, que tiene que ver con los controvertidos seguimientos del DAS.

Esta semana, Claudia Julieta Duque ganó dos premios internacionales de periodismo: uno otorgado por la oficina sueca de Reporteros sin Fronteras, y otro por la International Women's Media Foundation. Ambos reconocen el coraje que les ha puesto a sus investigaciones en el tema de derechos humanos y especialmente en el caso del asesinato de Jaime Garzón, pero, sobre todo, la lucha que ha librado tras las denuncias de persecuciones y amenazas desde el 2001.

En los micrófonos y en los estrados ha dado una paciente batalla para que detener las acciones en su contra, y para que se revele la información que el DAS compiló acerca de ella. Ahora los sucesos parecen girar en su favor: se han hallado pruebas que ratificarían sus denuncias.

—Usted ha denunciado que su caso tiene origen en 2001, y que se relaciona con su investigación sobre el asesinato de Jaime Garzón...

—En el trabajo que yo hacía, descubrimos que la investigación se había desviado con el fin de dar una falsa ilusión de justicia. Se usaron testigos falsos. La muerte de Garzón es un crimen de Estado, y en tales casos todo el Estado se mueve para garantizar la impunidad.

—Sus denuncias indican también que luego se añadieron nuevos motivos a las persecuciones...

—A lo del caso Garzón se suma que, tras regresar al país, asumí la coordinación del Congreso Mundial de la Federación Internacional de Derechos Humanos, cuando el Presidente tildaba a los defensores de derechos humanos de "traficantes". Además, estaba yo investigando la infiltración del paramilitarismo en la Fiscalía. Pero el ensañamiento contra mí tiene origen en el caso de Jaime Garzón, y se agrava porque yo siempre supe que el responsable de los ataques contra mí era el DAS, y así lo dije.

—¿Qué opinión le merecen hoy los últimos directores del DAS, empezando por Jorge Noguera?

—Noguera es un hipócrita. Y además es un presunto criminal. Es un hipócrita porque en 2003, cuando mi situación se agravó, le dirigimos una carta para exigir que cesaran los ataques. Noguera nos contesta y niega que el DAS tenga intención de atacarme. Se reúne con nosotros y nos pide las pruebas. Le entregamos fotos, números de placas.... Y mientras él fingía interés en nuestro caso, seguía la arremetida.

—Y sobre Maria del Pilar Hurtado...

—Durante su período se reúne conmigo su subdirector, Joaquín Polo, y al igual que Noguera, niega que haya algo contra mí en el DAS, me pide que confíe en él y expresa deseos de ayudarme. El acta de esto hundirá a Polo por encubridor, y por supuesto a Maria del Pilar, su directora. Mientras Polo se reunía con nosotros, las labores de Inteligencia contra mí continuaban.

—Andrés Peñate ha tenido una carrera destacada en el gobierno y en la empresa privada. Su imagen no es la misma que la de otros directores del DAS...

—Al nombrar directores del DAS, desde Noguera hasta Muñoz, el gobierno ha escogido gente que sabe administrar muy bien la cara de inocente. Hay testimonios comprometedores contra Andrés Peñate, que lo involucran con órdenes contra Piedad Córdoba y Gustavo Petro. Además, creó una "comisión de la verdad" que fue una comisión de mentiras y sólo propuso pañitos de agua.

—¿No cree que Muñoz está comprometido con depurar y reformar la institución?

—Cuando la Corte Constitucional ordena al DAS entregarme toda la información que tiene acerca de mí, en una sentencia histórica y valiosa, Joaquín Polo niega que la información exista. Y luego Felipe Muñoz entrega la información a la Fiscalía: esto prueba que la información existía, pero
Muñoz nunca cumplió la sentencia que ordenaba entregármela. Eso también se llama encubrimiento.

—Muñoz habló recientemente sobre el tema en el Congreso...

Él dice que yo he tenido una relación tormentosa y difícil con el DAS. Eso es cierto: me han torturado psicológicamente, me han amenazado, me han interceptado, me han seguido, han elaborado informes sobre mí. Él dice que si el uno por ciento de lo que yo denuncio es verdad, merezco una disculpa. Pues resulta que en mi caso hay la mayor carga probatoria que la Fiscalía tenga en el caso del DAS.

—¿Qué instituciones o qué personas funcionaron correctamente en su caso?

—Logré sobrevivir gracias a gente que cumplió con su deber de manera correcta. Destaco al coronel de la Policía Luis Alfonso Novoa: me salvó la vida en la peor época de mi caso. Siempre dio la pelea por mí. El patrullero de la Policía Wilson Pérez acompañaba a mi niña todo el tiempo después de las amenazas contra ella. Y lo hizo con gran humanidad: en el colegio, al tiempo que organizaba juegos con los niños, planeaba rutas de evacuación. Fabio Cepeda, un sargento de la Policía que hacía rondas por la casa, confirmó que existían los seguimientos contra mí.

—¿Cómo ha actuado la Fiscalía?

—Mis denuncias están en la impunidad desde 2001. Incluso el expediente de mi primera denuncia, de mi secuestro, desapareció. La fiscal que tiene ahora el caso está actuando de manera peligrosa: dilata la consecución de pruebas, y, tras solicitar nosotros la declaración de Carlos Alberto Arzayús, ordena que se reciba en el sitio donde está recluido junto con José Miguel Narváez, en una instalación militar. Ahora nos toca a las víctimas ir a donde ellos están recluidos a entrevistarlos. Eso para mí es un nuevo acto de intimidación.

—¿Cuáles son sus expectativas de justicia?

—Le pedí al Fiscal General que se compulsen copias para investigar al Presidente de la República, por la teoría de que él es el jefe máximo del DAS, y, como tal, por acción u omisión tiene que estar respondiendo judicialmente por lo que sucedió. No en los medios de comunicación sino ante la Justicia, y que sea la Justicia la que determine si es inocente o no.

—Con relación a este tema, ¿cuáles son sus expectativas frente al próximo cambio de gobierno?

—Creo que si Juan Manuel Santos llega al poder esto va a ser el acabose; va a haber una línea para que esto siga en la impunidad. Mockus por lo menos vende el lema de la legalidad. Con Petro, el gran problema sería que él quiere justicia y verdad, pero está dispuesto a negociar justicia por verdad.

—Hecha la salvedad de que nada justifica las mencionadas acciones de persecución, es cierto que un sector de la población ve a las ONG de derechos humanos como simpatizantes o auxiliadoras de la guerrilla. ¿Qué piensa usted al respecto?

—Con el rastreo tan microscópico que se nos hizo, si esa teoría fuera cierta, esos supuestos vínculos habrían sido descubiertos y judicializados. Por el contrario ellos hablaban de "sembrar pruebas". Hay un acta de Jorge Noguera y Arzayús donde la queja es que no se han encontrado pruebas.¿Cómo recibe los premios que le han otorgado recientemente?Nunca he creído mucho en los premios, pero estos vienen de organizaciones de periodistas, y por tanto son un respaldo fundamental. Los recibo con gratitud y humildad, y se los dedico a mi hija, una víctima inocente.

—¿Hacia quiénes siente especial gratitud?

—A las directivas del colegio de mi niña por su apoyo; a todos los amigos que nos dieron refugio en sus casas; a las Brigadas de Paz; al pueblo kankuamo, uno de cuyos mamos bajó de la sierra a hacerme una aseguranza; a los medios de comunicación, porque si esto no se hubiera hecho público yo no habría salido con vida; al Colectivo de Abogados; a mi familia; a muchas organizaciones internacionales, y a mis compañeros de Radio Nizkor.

—¿Empezará ahora una etapa más tranquila en su vida?

—Me gustaría ser optimista. Pero esto sigue pasando.

Por ANDRES MEJÍA V.

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