A los 84 años se apagó en Bogotá la vida de uno de los más eminentes periodistas colombianos y de habla hispana: Carlos Villar Borda. No obstante haber sido encendido crítico del indiscriminado empleo de los adjetivos, por considerar que atentaban contra el rigor informativo, el maestro se lleva consigo todo un arsenal de ellos: objetivo, minucioso, investigador, riguroso, aplicado, responsable, versado, profundo, ecuánime, preciso, infatigable, porfiado en la búsqueda de la verdad, respetuoso, desvelado por la ética, sensible al manejo del idioma, estricto en el deber ser y hacer, y otros muchos que resumen su filosofía y su obra.
Su auditoría a los artículos de sus más cercanos colaboradores, como acontenció en el diario El Tiempo de Bogotá durante los años '70, puso en jaque a muchas de las plumas más leídas del periódico, inclusive al precio de que, para merecer la luz pública, muchas notas, noticias y crónicas debieron haber sido reescritas varias veces, cuando no condenadas a la papelera.
Durante su gestión como Coordinador de Redacción del rotativo, que por aquellos años tenía su sede en la Avenida Jiménez con Carrera 7a., estableció un boletín diario que circulaba dentro del periódico y en el cual no sólo formulaba principios de ética, redacción y responsabilidad, sino que incluía aquellos errores de enfoque, estilo, tratamiento de las noticias y modos del lenguaje que menoscaban la filososofía periodística.
Las pautas establecidas a lo largo de su gestión permitieron a El Tiempo ofrecer una calidad periodística impecable desde todo punto de vista: presentación, contenido, dinámica, etc., que las nuevas generaciones de la Casa Editorial no alcanzaron a heredar.
Compañeros y discípulos de entonces recuerdan la figura señorial del maestro, su emblemática gabardina inglesa, su chaleco y corbatín, su infaltables pipa y paraguas, sus modos austeros en el trato, la agudeza en el humor y su manera de asentir frente a un trabajo de redacción. Bastaba un movimiento suyo de cabeza aprobando un texto para que el respectivo reportero lo entendiera como todo un triunfo, como una lección aprendida.
Cuando se produjo su vinculación con El Tiempo, en 1974, Roberto García-Peña desempeñaba la dirección del diario. Los hermanos Enrique y Hernando Santos Castillo eran los jefes de redacción. Entre otros, a la planta de periodistas pertenecían Ismael Enrique Arenas (judiciales), Tomás Gama (internacionales), Isaías González, Héctor González, Héctor Sánchez Parra, Gonzalo Castellanos, Germán Castro Caycedo, Alegre Levy, Sylvia Jaramillo de Quiñónez, Julia Brociner de Milewicz, Gloria Valencia Diago, Rosita Mora, Daniel Samper Pizano, Pilar Tafur, Nora Parra, Julio Roberto Bermúdez, Martha Valenzuela, Darío Restrepo, Killian Guarín, Gabriel Gutiérrez, Andrés Alzate, Kilian Guarín, Octavio Quintero, Javier Ayala, Henry Maldonado, Alejandro Moya, Enrique Santos Calderón, Santiago Pardo, Lucas Caballero Calderón (Klim), Abel Rodríguez, Gloria Helena Rey, María Eugenia Martínez, María Luisa Chávez, Claudia Turbay de Granja, Rogelio Echavarría, Germán Salgado, Rodrigo Sangiral, Eliécer Ortega, El Mono López, Guillermo Pérez Téllez, Félix Marín Mejía, René Pérez, Guarino Caicedo Cáceres, Óscar Tafur, Rodrigo Palacios Mejìa, Lucrecia Jaramillo, Humberto Jaimes Cañarete (Jefe de Deportes) y su staff de colaboradores, Rafael Matallana Rivera, Camilo Tovar Ramos, Jaime Ortiz Alvear, Hernán Peláez Restrepo, Guillermo Fulleda Cárdenas y Víctor Rosas Aguilar.
Mensaje del CPB
"El Círculo de Periodistas de Bogotá lamenta el fallecimiento del ilustre periodista Carlos Villar Borda, acaecida en la capital colombiana, a sus 84 años, tras prolongada enfermedad pulmonar.
Villar, uno de los testigos más versátiles de la historia latina de los últimos 60 años desde la prensa, fue pionero del periodismo colombiano en el concierto internacional, corresponsal en la Casa Blanca, corresponsal itinerante en más de 30 países, director en la United Press International (UPI), de 6 juegos olímpicos y otras tantas competencias panamericanas y campeonatos mundiales de fútbol.
Cubrió la mayor parte de los golpes de Estado que caracterizaron la inestabilidad política de América Latina entre los años 50 y 80; también, la invasión norteamericana a Cuba y la incursión de esa misma potencia en República Dominicana, y numerosas conferencias de la Organización de Estados Americanos, OEA.
Transmitió igualmente la masacre estudiantil del 68 y la muerte del Che Guevara, entre muchos otros acontecimientos, suceso este último sobre el cual escribió 2 de 5 libros. Dos son sobre el General Rojas Pinilla e Ismael Pérez Pazmiño y, el último, "La pasión del periodismo", una escuela de vida sobre la profesión, de invaluable contribución para historiadores y nuevas generaciones, bajo el auspicio, como merecidísimo reconocimiento a su vida y obra, de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.
Fue Coordinador de Información de El Tiempo (cargo hasta entonces solo reservado para los Santos, los propietarios) y director de sus Lecturas Dominicales; modernizó El Universo, el primer diario de Ecuador, fundó la facultad de Periodismo de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil, auspició la creación de escuelas de periodismo en El Universo y El Tiempo, e hizo varios manuales de estilo para diversos medios.
Miembro de una familia bogotana de intelectuales, de sus seis hermanos sobreviven María Luisa, Beatriz, Alberto y Leopoldo. De su primer matrimonio, con Olga Riviere deja 4 hijos: Carlos, Ximena, Corina y Marcela, y del segundo, con Jeannette Stein, un hijo: Felipe.
En menos de dos años partieron tres hermanos: Luis, Julia y Carlos Julio Villar Borda.La vida y obra de Carlos Villar Borda lega un patrimonio de rectitud, independencia, eficiencia y objetividad ejemplares, para los aspirantes a seguir una profesión con ética, entrega sin horario por la verdad y el bien común.
El CPB expresa a su muy querida familia, allegados y amigos su profundo sentimiento de condolencia, los acompaña y abriga con su solidaridad absoluta, y rinde homenaje a la memoria del eminente e ilustre colega exaltando su nombre como ejemplo excepcional del periodismo colombiano".
Versión de El Tiempo
A los 84 años murió ayer en Bogotá el periodista Carlos J. Villar Borda, quien por más de 50 años se destacó como uno de los más reconocidos profesionales colombianos en América Latina.
Miembro de una familia de periodistas e intelectuales, Villar Borda estuvo vinculado a los principales medios de comunicación de Colombia, América Latina y Estados Unidos. Comenzó muy joven su profesión, de la mano de su padre, quien durante muchos años fue director de la oficina en Bogotá de la Associated Press (AP).
Se vinculó en los años cincuenta a la United Press International (UPI), que curiosamente era la principal competencia de la agencia noticiosa, que dirigía su padre. Allí hizo una brillante carrera de más de dos décadas. Primero fue corresponsal en Colombia y en los años 60 fue trasladado a Washington, donde ejerció la corresponsalía en la Casa Blanca para los asuntos latinoamericanos.
Su amplio conocimiento del continente fue aprovechado por la UPI para cubrir importantes acontecimientos regionales, como la guerra civil en República Dominicana y la intervención estadounidense en ese país en 1965; los cinco ascensos y cuatro derrocamientos del presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra; el golpe de Estado de 1953 en Colombia y los accesos de los militares al poder en Suramérica entre los años 50 y 70.
Cubrió para América Latina muchas de las más agitadas asambleas de la Organización de los Estados Americanos (OEA), entre ellas aquella histórica en la que se decidió la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Coordinó el cubrimiento para todo el mundo de la visita del papa Paulo VI a Colombia en 1968, y cubrió en 1967, en Bolivia, la muerte del guerrillero Ernesto 'Che' Guevara, de quien escribió dos libros biográficos.
Prácticamente sin haber ido nunca a un estadio, coordinó para el Departamento Latinoamericano de la UPI el cubrimiento de seis Olimpiadas, seis Juegos Panamericanos y cinco Campeonatos Mundiales de Fútbol. Eran famosos sus memorandos en que explicaba a los corresponsales cómo debían escribir una crónica de béisbol.
A su retiro en 1974 como Vicepresidente de la UPI para América Latina, fue nombrado Coordinador de Redacción de EL TIEMPO, cargo equivalente a una jefatura de Redacción que sólo habían ejercido los hermanos Enrique y Hernando Santos.
Fue implacable crítico de la mediocridad y firme defensor de la ética y de la independencia. Una vez retirado del diario bogotano, en 1978 asumió la asesoría editorial y de Producción del diario El Universo, de Guayaquil, donde desarrolló una profunda transformación.
Tras volver a Colombia, en la década de los 90, fundó y dirigió la Escuela de Periodismo de EL TIEMPO, donde se prepararon muchos periodistas del diario, varios de los cuales ocupan hoy destacadas posiciones en la redacción de este periódico.
También dirigió el equipo que escribió el Manual de Redacción de EL TIEMPO, que sigue siendo la cartilla de navegación de los periodistas de este diario.
Hasta los últimos días estuvo pendiente de los desarrollos de la actividad periodística. Escribía con regularidad para el periódico de oposición Un Pasquín y era un severo crítico de la falta de independencia y objetividad.
Le sobreviven su esposa Jeannette Stein, sus hijos Carlos, Ximena, Corina y Felipe, y sus hermanos Leopoldo, Beatriz y Alberto.
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