lunes, 3 de agosto de 2009

Silenciadas 34 emisoras en Venezuela

La amenaza de censura pende sobre otras 250 estaciones de radio y televisión

CARACAS, agosto 2 de 2009. "Es grato dirigirme a ustedes para notificarles que estarán fuera del aire", decía la nota enviada por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) a cada una de las 34 emisoras de radio que, por orden del Gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fueron cerradas entre la noche del viernes y la madrugada de ayer, sábado.

Unas horas antes de recibir esta notificación, el presidente de Conatel y también ministro de Obras Públicas, Diosdado Cabello, había anunciado oficialmente el cierre inmediato de las estaciones, con el argumento de que no habrían renovado sus permisos de transmisión o habrían perdido sus concesiones por el fallecimiento de sus propietarios originales.

"Estas son las primeras 34 emisoras", dijo Cabello. "Cuando tomamos la decisión en el Gobierno nacional y revolucionario de democratizar el espectro radioeléctrico, de acabar con el latifundio mediático, lo estábamos diciendo en serio, no estábamos jugando".

Otras 250 emisoras -40 televisiones regionales y 210 estaciones de radio que han sido amenazadas por el Gobierno con el cierre por "tratar de lavarle el cerebro al pueblo venezolano"- serán las siguientes en la lista de concesiones y propiedades que en los próximos días podrían pasar también manos del Estado.

"Recibimos la instrucción del comandante [Chávez] de acabar con el latifundio radioeléctrico, el latifundio mediático, y lo vamos a hacer. (...) Si la oligarquía no cede en sus privilegios por las buenas, el pueblo la va a obligar por las malas. Y en este caso, en Venezuela el pueblo es el Gobierno", había dicho ya Cabello ante el Parlamento el 9 de julio.

En Venezuela, la radio llega a donde no lo hace la televisión. Suena en el campo, en las fábricas o en el autobús y es, sobre todo, el pueblo humilde el que la escucha. Según datos oficiales, de las 472 estaciones que operan en el país, 79 son propiedad del Estado y 243 son comunitarias. Entre estas, el 59% de transmiten en frecuencia modulada y el 51% restante, en onda media y forman parte de alguna cadena de radio. La más grande de todas pertenece al Estado: Radio Nacional de Venezuela, que agrupa a 73 emisoras.

Pero para la revolución chavista no parece ser suficiente, y sus dirigentes consideran que hace falta poner más emisoras en manos del pueblo. Para otorgarles más concesiones a las organizaciones comunitarias financiadas por el Ejecutivo hace falta quitárselas a los "privilegiados" que "desde los circuitos [cadenas] han intentado destrozar a la Revolución Bolivariana".

A las 7.30 de ayer sábado (dos de la tarde, hora peninsular española, Víctor Neda apagó para siempre los transmisores de la emisora CNB de Caracas, en la que trabajó como operador de cabina durante los últimos 19 años. El presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela, William Echeverría, era el locutor de guardia dentro del estudio: "El policía del pensamiento, Hugo Chávez Frías, es el principal responsable de lo que ha pasado hoy", alcanzó a decir al aire antes de despedir las transmisiones con el himno nacional.

La cadena CNB agrupa a 10 emisoras de las cuales cinco fueron sacadas ayer del aire, y a través de su señal solía transmitirse, al mismo tiempo que el canal de noticias Globovisión, el programa de opinión Aló, Ciudadano, frontalmente crítico con la gestión gubernamental.

Vecinos, periodistas y dirigentes políticos de la oposición se agruparon ayer por la mañana en los alrededores de las emisoras cerradas en Caracas para protestar contra la medida.

Entre las estaciones de radio que aún siguen abiertas, ninguna se atrevió a transmitir en vivo los llamamientos de los vecinos para salir a manifestarse en las calles. Y las cadenas estatales, mientras tanto, transmitían dibujos animados, como lo hacían las emisoras hondureñas el día del golpe, o imágenes de archivo de la reciente visita a Caracas del ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

El País, Madrid, agosto 2 de 2009

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